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7 de octubre de 2025 | 06:45

Antioxidantes: ciencia útil para productores/exportadores y cómo contarla bien

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Arándanos (antocianinas), uvas (resveratrol) y manzanas (quercetina) pueden diferenciarse por calidad sensorial y consistencia, más que por claims grandilocuentes. La evidencia respalda patrón dietario, no píldoras.

Durante años, “alto en antioxidantes” se convirtió en eslogan de góndola. Harvard T.H. Chan advierte que el término suele usarse como palabra de moda; los antioxidantes son, en rigor, sustancias capaces de donar electrones y formar redes complementarias que ayudan a neutralizar radicales libres y sostener funciones celulares (reparación de ADN, membranas, LDL, etc.). 

No son intercambiables: vitamina C, vitamina E, carotenoides, selenio, polifenoles, flavonoides y otros actúan de forma distinta y, según el contexto, incluso pueden comportarse como pro-oxidantes si se aíslan o dosifican en exceso. 

La atracción mediática por los antioxidantes partió cuando se relacionó el estrés oxidativo crónico con aterosclerosis, cáncer, pérdida visual y otras condiciones. Observacionales mostraron menor riesgo en quienes comen más frutas, verduras y granos integrales; sin embargo, ensayos clínicos con suplementos aislados (beta-caroteno, vitamina E, C, combinaciones) han sido decepcionantes o mixtos: en general no reducen eventos cardiovasculares o cáncer y, en algunos casos, aumentaron riesgos (p. ej., beta-caroteno en fumadores; señal de cautela con megadosis).

 

Lecciones prácticas

 

Primero, el alimento completo manda. Un clamshell de arándanos no es solo vitamina C: trae antocianinas y otros polifenoles que actúan en red; un comprimido de 500 mg de C no aporta esos cofactores. 

Lo mismo vale para uvas (vino/mosto con resveratrol), manzana (quercetina), té/cacao (catequinas) y berries en general. Por eso la consistencia sensorial (sabor, firmeza, bloom, calibre) y la vida útil pesan tanto como el claim en etiqueta: cada pack vende el siguiente. 

Segundo, no basar el marketing en “rankings” de laboratorio. El conocido ORAC —que infló el “estatus superfood” de varios productos— fue retirado por el USDA al considerarse engañoso para predecir beneficios en humanos. Harvard lo recuerda: los antioxidantes hacen más que “apagar radicales”, y medir una sola reacción in vitro no traduce salud. Para la oferta chilena, el mensaje es claro: cuente la historia agronómica y de calidad, no un número de ORAC. 

Tercero, enfoque en cómo producimos y manejamos. La “potencia antioxidante” en fruta exportada dependerá de genética, madurez de cosecha, radiación/temperatura en precosecha y cadena de frío. Si el arándano llega firme y sabroso tras 30–40 días, el consumidor repite; si no, el claim “antioxidante” no salvará la rotación. En uva, aceite de oliva y derivados, priorizar integridad fenólica vía cosecha oportuna y poscosecha cuidadosa paga más que cualquier rótulo.

 

Lo que dice la ciencia (para comunicar bien sin sobreprometer)

 

Qué son y cómo actúan. Radicales libres en exceso dañan membranas, LDL y ADN; los antioxidantes dietarios donan electrones y colaboran con sistemas endógenos. No existe “el” antioxidante universal: funcionan en red y con otros nutrientes. 

Suplementos vs. alimentos. Ensayos grandes con vitamina E, beta-caroteno, C y cocteles varios muestran escaso/ningún beneficio preventivo; en algunos subgrupos hubo efectos adversos. En cambio, dietas ricas en frutas/verduras/granos integrales se asocian a menor riesgo de enfermedades crónicas. 

Fuentes en alimentos. Vitamina C: berries, kiwi, cítricos, tomates; vitamina E: frutos secos, palta; carotenoides: damasco, zanahoria, zapallo, tomate; fenoles/flavonoides: manzana (quercetina), uvas/vinos (resveratrol), té/cacao/berries (catequinas, antocianinas). 

 

¿Cómo transformar evidencia en propuesta comercial?

 

Promesa sensorial basada en genética y manejo. En arándanos, priorice variedades con firmeza + sabor y contenido consistente de antocianinas; comunique sabor y textura antes que “superantioxidante”. 

Packaging y postcosecha como guardianes de calidad. El valor percibido del “antioxidante” se pierde si el pack llega blando o sin dulzor; cadena de frío y rotación son parte de la “salud” del producto.

Relato honesto y educativo. Use Harvard como fuente independiente o ayuda científica para explicar que comer fruta entera importa más que suplementos; posicione la fruta como sabrosa, consistente y segura. 

Evite claims absolutos. El “bottom line” de Harvard: los suplementos no muestran impacto sustancial en prevención; sí hay abundante evidencia a favor de patrones dietarios ricos en vegetales. Destaque hábitos y frecuencia de consumo, no milagros. 

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