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Por Andrea Bustos , 4 de julio de 2025 | 07:00

Antonio Dominguez (ChileAlimentos): "La demanda de frambuesas existe y hay espacio real para crecer"

Imagen: Freepik
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Con una producción que repunta y competidores en retroceso, Chile se prepara para recuperar terreno en el mercado mundial de frambuesas, de la mano de profesionalización y asociatividad.

Chile cerró su última temporada frambuesera con una producción de 25.000 toneladas, lo que representa una recuperación significativa desde el mínimo de 16.000 toneladas registrado en años anteriores. El 73% de esta fruta se destinó a exportación en formato congelado, sector en el cual el país es un actor clave a nivel internacional.

Antonio Domínguez, director de Chilealimentos,  durante el seminario “Arándanos y frambuesas: Oportunidades y amenazas en el nuevo escenario productivo y comercial”, realizado recientemente en La Araucanía, Chile. Domínguez ofreció un amplio análisis del mercado internacional y delineó los principales caminos que debe tomar la industria chilena para consolidar su recuperación. 

Antonio Domínguez

Dominguez señaló a Diario Frutícola que el contexto internacional actual presenta una ventana de oportunidad para Chile. Productores históricos como Serbia, Polonia y China enfrentan crisis estructurales, climáticas o laborales que han reducido sus volúmenes. En Polonia, por ejemplo, la producción cayó desde 130.000 toneladas a 65.000, y Serbia podría bajar a 32.000 este año.

"Esto representa un espacio en el mercado que las frutas serbias no van a poder satisfacer", señaló Domínguez, quien subraya que la menor oferta global no debe traducirse en un crecimiento irresponsable por parte de Chile, sino en una expansión planificada y sostenible.

Lo potente de México y el giro de China

México, que produce cerca de 200.000 toneladas anuales, se mantiene como un competidor potente, especialmente en el mercado fresco. No obstante, su fruta congelada es considerada de menor calidad por no estar orientada a la agroindustria.

China, que generó temor en el pasado, se ha transformado en una oportunidad. “Dejaron de ser una amenaza”, aseguró Domínguez. Hoy sus costos de producción son altos y su consumo interno crece con rapidez, lo que podría convertir al país asiático en un futuro cliente para la frambuesa chilena.

Necesidad de transformación estructural

La estrategia propuesta para aumentar la competitividad y volumen de producción se apoya en seis ejes fundamentales:

1. Cosecha mecanizada y escalamiento

Se observa un cambio hacia campos más grandes, con superficies de hasta 80 hectáreas, que permiten mecanizar la cosecha. Esto reduce la dependencia de mano de obra, mejora la inocuidad y optimiza costos. "En uno o dos años más, veremos que el 50% de la fruta vendrá de campos grandes", estimó Domínguez.

2. Mejora genética y selección varietal

El enfoque está en usar variedades específicas para congelado o fresco, según el objetivo comercial. También se alertó sobre el riesgo de degeneración genética por la reproducción descontrolada de plantas sin certificación.

3. Tecnología y profesionalización

Se impulsa la adopción de riego tecnificado, control de plagas y prácticas agrícolas modernas, especialmente para enfrentar amenazas como la Drosophila suzukii. El uso de viveros certificados y capacitación continua son condiciones imprescindibles.

4. Trazabilidad e inocuidad

Uno de los mayores desafíos sigue siendo la seguridad alimentaria. Contenedores chilenos han sido rechazados en EE.UU. por presencia de larvas o casos de hepatitis. "Si no tenemos trazabilidad, perdemos todo", advirtió Domínguez.

5. Asociatividad y alianzas productivas

El modelo de alianza entre pequeños productores e industrias procesadoras —impulsado por INDAP— ha sido exitoso y se busca expandir. La cooperación permite compartir costos, asesorías técnicas y facilitar el acceso a mercados.

6. Crecimiento responsable

El alza en la producción no puede comprometer los estándares de calidad ni saturar el mercado. La estrategia busca aprovechar el contexto internacional sin desestabilizar precios ni sobreofertar. El objetivo: una frambuesa chilena competitiva, segura y sustentable.

La industria nacional ha llegado a importar frambuesas desde China, Serbia y México para cumplir con compromisos comerciales. Esto demuestra que la demanda existe y que hay espacio real para crecer, si se actúa con responsabilidad.

“Chile tiene posibilidades de volver a crecer en esta industria, si lo hacemos bien hecho”, concluyó Domínguez. En este nuevo ciclo, la trazabilidad, la tecnología y la asociatividad no son opcionales: son el corazón de una frambuesa chilena que quiere consolidar su lugar en el mundo.

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