Productos congelados aumentan en 20% su consumo en hogares chilenos

El consumo de alimentos congelados registra un aumento sostenido de entre 15% y 20%, incorporándose en la dieta diaria. En el caso de las hortalizas congeladas, el consumo anual per cápita alcanza los 7 kilos.

La industria de alimentos refrigerados y congelados vive un momento de consolidación en Chile, impulsada por consumidores que priorizan practicidad, calidad y seguridad en su alimentación diaria. Según un informe de Deloitte, hoy estos productos representan el 12% del gasto mensual en alimentos de los hogares chilenos, con un crecimiento marcado en segmentos de mayores ingresos y entre personas de 40 a 49 años.

El consumo de congelados y refrigerados, como verduras, frutas, proteínas y platos listos, se ha convertido en una opción frecuente en la compra semanal. Datos de Nielsen muestran que las ventas en esta categoría creció un 15% en 2021, confirmando que la percepción de baja calidad ha quedado atrás. Actualmente, la preferencia está asociada a la conservación de nutrientes, menor desperdicio y facilidad en la preparación.

“Este cambio de hábito llegó para quedarse. Hoy, los consumidores valoran alimentos que se adaptan a sus ritmos, sin perder calidad ni sabor. Y eso ha elevado los estándares de toda la cadena alimentaria, desde la producción hasta la entrega”, destaca Jaime Torres, CEO de UNK, empresa especializada en soluciones tecnológicas para la logística de alimentos refrigerados y congelados.

La revolución en el consumo también ha traído consigo una transformación en las operaciones logísticas y tecnológicas del sector. Los productos refrigerados y congelados requieren estrictos controles de temperatura, trazabilidad en tiempo real y cumplimiento normativo riguroso para asegurar su inocuidad. “Ya no basta con tener un buen producto; es necesario garantizar que ese producto llegue al hogar manteniendo sus condiciones óptimas. Aquí es donde la logística del frío cobra protagonismo”, explica Torres.

Este tipo de alimentos también representan una respuesta concreta al problema global del desperdicio. Cada año, 1.300 millones de toneladas de alimentos se pierden en el mundo, según la FAO. Esta cifra equivale a un tercio de toda la producción alimentaria global, y sus consecuencias impactan tanto a nivel ambiental como social: agravan el hambre, elevan los costos y generan millones de toneladas de emisiones contaminantes.

En la Unión Europea, por ejemplo, se desechan 60 millones de toneladas de alimentos al año, lo que genera pérdidas por 132.000 millones de euros y representa el 16% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sistema alimentario. Esta paradoja ocurre mientras 33 millones de personas en el bloque no pueden costear una comida completa cada dos días. En ese contexto, los congelados y refrigerados ofrecen una alternativa concreta para alargar la vida útil de los productos, planificar mejor las porciones y reducir los desechos desde el origen.

Chile también destaca a nivel global en esta categoría: actualmente es el tercer exportador mundial de frutas congeladas, concentrando un 6% del comercio internacional. Esta posición refuerza la importancia de contar con una cadena de frío moderna, capaz de responder a las exigencias tanto del consumidor nacional como del mercado internacional.

De cara al futuro, la categoría de refrigerados y congelados proyecta un crecimiento sostenido, con una tasa compuesta anual (CAGR) de entre 4 y 5% a nivel global. “Quienes logren combinar eficiencia operativa, automatización y sustentabilidad ambiental tendrán una ventaja estratégica. El consumidor chileno ya está mostrando el camino”, concluye Torres.